Pasar tiempo en pareja es importante en toda relación. Y hacer una actividad fuera de lo ordinario, para complacer a tú media naranja, puede fortalecerla aún más.
Mi esposo es amante de la velocidad, de los deportes extremos y muy aventurero. Yo por otro lado, soy un poco más… cautelosa. Su gran pasión son las motos o el motociclismo. Pasear en “su niña” (así la llama) durante el fin de semana es uno de su pasatiempo favoritos.
Al principio no comprendía esta pasión. Pensaba que era una excusa para salir de casa con los amigos, en lo peligroso que es, la velocidad y otras tonterías más. Poco a poco me fué contagiando con su fiebre por las motos.
Comencé a dar vueltas con él alrededor de la comunidad donde vivimos. Luego fué llevándome un poquito más lejos, hasta que un buen día dejé mis temores y decidí disfrutar del paseo sobre dos ruedas.
La descarga de adrenalina y ese feeling de libertad es único. Al sentir la brisa, mi mente se relaja y la tensión del día desaparece. Jamás pensé que un paseo en moto me llevara a otro mundo.
Andar en moto es mucho más que ir a gran velocidad por las calles. Es compartir con amigos y sentirte seguro de que estás respaldado en caso de cualquier inconveniente. Mi esposo pertenecía a un grupo de aficionados a motos. Se juntaban todos los jueves después del trabajo y algunos fines de semana a pasear por la ciudad. También asistían a eventos como el famoso Daytona Bike Week.
Algo que me impresionó del grupo es el compañerismo entre ellos. Y es que la carretera puede ser peligrosa especialmente si estas conduciendo por un lugar desconocido o muy transitado. En esos momentos los muchachos del grupo se cuidan y velan por sus compañeros en todo momento.
Reitero, uno de los encantos del motociclismo es poder compartirlo con nuestra pareja o amigos. Y disfrutar de la libertad y el pasatiempo que brinda un paseo en dos ruedas.